SUMARIO: 1.Introducción. 2.Problemática del Medio Ambiente en Chile y Brasil.3.Sustentabilidad y la necesidad de regulación jurídica para obtener desarrollo sustentable. 4.Derecho Comparado:4.1.Responsabilidad Civil por Daños Ambientales.4.2.Responsabilidad Penal por Crímenes Ambientales.4.3.Sistemas de Licenciamiento Ambiental - Evaluación de Impacto Ambiental.4.4.Instrumentos Procésales de Defensa del Medio Ambiente.4.4.1.Instrumentos Brasileños.4.4.2.Instrumentos Chilenos.5.Conclusión.6.Bibliografía.
1.INTRODUCCIÓN.
Sabemos que la presencia del hombre sobre la tierra supone inexcusablemente su interacción con la naturaleza. Igualmente sabemos que fue a partir de la Revolución Industrial que la expropiación de los recursos naturales llegó a niveles alarmantes. Ello es un punto pacífico. Lo que no es tan pacífico es la consideración y el nivel de envolvimiento de cada país para lograr obtener el denominado Desarrollo Sustentable, bien como el grado práctico de importancia que tal temática tiene en las políticas públicas.
Brasil y Chile tienen muchos problemas parecidos [1], y uno de ellos es el medio ambiente y la sustentabilidad. En Brasil hay una red legal de protección que contiene algunos de los mejores textos legislativos del mundo en materia de medio ambiente, pero de eficiencia cuestionable. En Chile, la obsesión por lograr resultados económicos y una radicalidad en el estilo de implementación del modelo neoliberal alejaran el medio ambiente de las preocupaciones cotidianas de todos, ciudadanos o políticos, y consideraciones por las "generaciones futuras" no encuentran resonancia en la sociedad.
Esto trabajo se propone a considerar, críticamente, algunos de los puntos clave de la realidad ambiental brasileña y chilena, en especial aquellos nombrados en el título: medio ambiente, sustentabilidad y Derecho Ambiental, analizando el estado actual de desarrollo de ambos países en estas áreas, para buscar responder si son sustentables. Pero el punto central del estudio son las normas de Derecho Ambiental analizadas comparativamente en algunos de sus puntos principales y sí el Derecho está cumpliendo con su papel de mecanismo regulador de la sociedad y de sus relaciones - incluso de aquellas entre las personas y el medio ambiente - buscando contribuir con el Desarrollo Sustentable.
Lleva algún tiempo que el hombre percibe con clareza que tiene una imperiosa necesidad de cambiar la manera con que relacionase con el entorno. Pero el motor de nuestras cautelas ambientales no es otro que el egoísmo, individual o de grupo, que entiende que, para seguir obteniendo los frutos de los bienes ambientales, tiene que aplicar unos mínimos criterios de gestión que excluyan la salvaje depredación. Plantear una discusión que incorpore consideraciones ambientales que produzcan un cambio de percepción, donde el egoísmo sea reemplazado por ética y conciencia ecológica, es el sueño del autor.
2.PROBLEMÁTICA AMBIENTAL EN CHILE Y BRASIL.
Aún que los cambios hayan sido relevantes en las últimas décadas, con una constante y creciente incorporación de parques industriales diversificados, tanto la economía chilena como la brasileña se pueden definir como primario-exportadoras, en la medida en que aun sustentan en actividades extractivas y de producción de materias primas el equilibrio de sus balanzas comerciales. Sin embargo, agregase a ello situaciones de contaminación de aquellas áreas donde se concentran las actividades productivas nacionales, que buscan producir cada vez más para saciar la necesidad siempre crecientes de las personas con la consecuente disminución de los recursos naturales, dado su manejo absolutamente insustentable. Se suma a esto, la migración constante del campo - por absoluta falta de proyectos e condiciones generales que mantengan el pequeño agricultor en sus sitios - a los centros urbanos haciendo que estos aumenten desproporcionadamente su tamaño, con lo cual un sector de la población vive en condiciones precarias. De esta forma los problemas ambientales de los dos países están muy ligados a dos situaciones puntuales:
a) Pobreza y salud: Brasil y Chile son, respectivamente, el primero y segundo países en Latinoamérica que detienen el vergonzoso título de campeones de desigualdad social: el salario mínimo [2] se ha transformado en un mecanismo reproductor de la pobreza, el empleo y contribución a sistemas de jubilación no garantizan a los trabajadores una pensión futura y tampoco el acceso a los servicios se encuentra dentro de niveles de equidad. La injusta distribución de ingresos e servicios, sumadas a problemas educacionales – aún que los últimos sean menos graves en el caso chileno - contribuye para agravar la problemática ambiental. La pobreza lleva a la deforestación por el uso inadecuado de la madera y de otros recursos para cocinar, calentar, construir casas y productos artesanales, privando así a los grupos vulnerables de bienes fundamentales y acelerando la espiral descendente de la pobreza y la degradación medioambiental. Las personas pobres, sin la suficiente educación y formación, son incapaces de gestionar los recursos naturales disponibles de forma sustentable, lo que se traduce en una pérdida de oportunidades de sustento y de biodiversidad. La contaminación del aire, generada por las técnicas de producción inadecuadas que utilizan los pobres debido a la falta de conocimientos básicos o a la falta de capital para invertir en tecnologías ecológicas, también es responsable del calentamiento global y del cambio climático. La contaminación del agua - provocada por la falta de información sobre gestión limpia - esteriliza los suelos, pone en peligro a la pesca, origina problemas de salud y se cobra más víctimas entre los pobres. La pobreza suele confinar a los pobres que viven en el medio rural a tierras marginales, contribuyendo así a la aceleración de la erosión, al aumento de la vulnerabilidad ecológica, a los desprendimientos de tierras, etc. En los barrios pobres de las ciudades por su vez, debido a la falta de recursos, la recogida y gestión de los residuos es inadecuada y causa importantes problemas para la salud. El uso incorrecto de los recursos energéticos supone un desperdicio de los mismos y por consiguiente un precio energético más elevado, fuera del alcance de los pobres.
b) Consumo excesivo [3]: Todos los datos apuntan que 80% de los recursos naturales son consumidos por sólo 20% de la población [4] tanto en un nivel global o en el ámbito de los dos países analizados, porcentaje esto que pertenece a una casta nacional, una elite consumidora. Éstos mismos 20% son responsables por el uso de 80% de la energía e de los recursos naturales del planeta, siendo también responsables por cerca de 80% de la contaminación, inclusive de aquellos procesos que generan riscos globales. El resultado de la existencia de islas de riqueza y opulencia en el mar de la pobreza agudiza las tensiones y la sobreexplotación de los recursos. La exploración económica actual del medio ambiente no ocurre dentro de los límites de la capacidad de soporte de los ecosistemas, entendida esta como aquella que resguarde la renovación de los recursos naturales y una exploración que no sea predadora de los recursos no renovables. Hay que alterar la forma con que las camadas más opulentas de cada sociedad relaciónese con el medio ambiente, cambiando su manera de actuar en aquello que confrontar con el medio, siendo fundamental rever, entre otros, conceptos de: vivienda, transporte, vestuario, utilización de energía, agua y madera, turismo, generación de residuos, utilización de combustibles fósiles, uso del suelo, productos y embalajes superfluos.
En una consideración más individual, se puede decir que Chile sobreexplota sus recursos naturales principales: recursos pesqueros, cobre y bosques, y, igual que en el caso brasileño, su generación de riqueza ha sido posible solamente por la externalización de los costos ambientales, generándose a través de los años un enorme pasivo ambiental. En el caso de los recursos marinos chilenos, de acuerdo a estudios del Banco Central, ocho de las nueve pesquerías que representan mas del 90% de las exportaciones pesqueras han experimentado niveles de extracción superiores a su capacidad de reproducción durante los últimos 15 años, y considerando el aumento de la escasez del recurso como consecuencia, el gobierno ha aceptado la perforación de las 5 millas marítimas, zona reservada a la pesca artesanal en 6 (seis) regiones del país, con la excusa de aliviar la crisis del sector y la cesantía [5].
En el caso del cobre - una de las bases de la economía chilena - además de ser un recurso natural no renovable explotado ávidamente tanto por sectores privados como por el gobierno [6], hay una enorme necesidad de la minería por recursos hídricos [7], que ha puesto en crisis la ganadería y agricultura en las regiones de la zona norte, incluso amenazando la subsistencia de comunidades atacameñas y aymaras.
Otros serios problemas ambientales enfrentados por Chile son: Contaminación atmosférica por material particulado y gases debido a fuentes móviles y fijas; Pérdida de suelo agrícola especialmente por expansión urbana y pérdida de la diversidad biológica; Contaminación de las aguas de los ríos, caracterizados por su elevada salinidad y por las altas concentraciones de boro, arsénico, cobre y hierro; Desertificación, bien como erosión, salinización y reducción de la capacidad productiva de los suelos; Desordenada ocupación del territorio; Agujero del ozono estratosférico.
En cuanto al Brasil, la inmensidad de su territorio alberga muchos y diversos problemas ambientales. Así como Chile, son muchos los contrastes existentes entre el Norte y el Sur del país. La asunción de responsabilidades y los cuidados necesarios con la Amazonia - fundamental área de secuestro de carbono y de importancia vital para la manutención de la temperatura en el planeta – pueden ser fácilmente nombrados como insuficientes. Entre otros problemas ambientales brasileños, tenemos: Deforestación y ausencia de manejo en actividades madereras; Desertificación; Mala utilización de la agua; Utilización indebida de los suelos de la Amazonia para agricultura, pues se sabe que tales suelos no son propios para esta actividad; Biopiratería de biodiversidad (plantas y animales); Alcantarillado ausente en un gran número de hogares, con los ríos recibiendo cerca del 76% de todas las aguas servidas del país; Botaderos y basureros ilegales.
Evidentemente ocurren cosas buenas en ambos países y que podrían estar aquí nombradas. Pero se las puede considerar actitudes aisladas, aun que reflejen una creciente preocupación general por el medio ambiente. Se puede afirmar sin lugar a dudas que en Brasil la temática ambiental tiene más penetración en la sociedad que en Chile. Sea por el trabajo del Ministerio Público que recibió en la Constitución Federal de 1988 poderes para actuar en defensa del medio ambiente y desempeña este papel con mucha propiedad – actuación percibida por la sociedad – o por el grande número de organizaciones no gubernamentales que desde algún tiempo buscan defensas puntuales del medio ambiente. También como reflejo de la Conferencia de las Naciones Unidas realizada en el país hace más de diez años – Rio/92 – que puso el debate en torno del medio ambiente en la primera página de los periódicos. Así en Brasil, la temática de la protección del medio ambiente ha adquirido una enorme importancia, obteniéndose a su respeto, un creciente interés.
Por su turno en Chile la opinión de SONIA HIRMAS MISLE bien refleja cual es la verdadera preocupación del país no que se refiere al medio ambiente:
En efecto, en Chile han aparecido y se han consolidado grupos ecológicos que sustentan posiciones más o menos radicalizadas, generándose amplios debates públicos sobre la temática. Ellos representan un grave factor de amenaza en el nivel de la actividad económica funcional al desarrollo del país, en cuanto afecta a los niveles de estabilidad que las inversiones empresariales, nacionales y extranjeras, requieren para desarrollarse y proyectarse, no sólo afectando la claridad y permanencia de las reglas del juego – dentro de un marco institucional y macro económico igualmente estable – sino también hostigando, incluso por medios violentos, los diseños e implementación de proyectos de inversión. [8]
Por el expuesto, la discusión que se debe plantear en Chile es sobre un necesario cambio en la consideración del medio ambiente no solamente como un recurso natural económicamente hablando, sino como un bien ambiental, un medio sin lo cual no será posible al país lograr en una consideración de largo plazo un nivel creciente de desarrollo, cuanto más de crecimiento.
Ya introduciendo la temática del próximo punto, Chile necesita tener más presente el término desarrollo sustentable. El desarrollo (crecimiento + ética) para propiciar generación de ingresos, incluso para resolver los problemas ecológicos ya existentes y la sustentabilidad para respetar la capacidad de soporte y renovación de los ecosistemas. Obtiene préstamos de "activos ambientales" de las generaciones futuras sin vislumbrar su devolución.
3.SUSTENTABILIDAD Y LA NECESIDAD DE REGULACIÓN JURÍDICA PARA OBTENER DESARROLLO SUSTENTABLE.
Tanto Brasil como Chile conocen el concepto de sustentabilidad. Tanto Brasil como Chile defienden – por lo menos teóricamente – la conjugación del crecimiento económico con respecto al medio ambiente. Pero aún que el modelo económico vigente en ambos países contenga muchas líneas distintas [9], tiene las mismas bases, y las políticas de crecimiento y desarrollo que caracterizan los programas de los dos gobiernos no han mostrado una capacidad para enfrentar el desafío de la sustentabilidad ambiental y tampoco de la sustentabilidad social, punto crucial para la protección del medio ambiente, como expuesto. Por lo tanto, sigue siendo una tarea prioritaria revertir la sobreexplotación de los recursos naturales y los impactos de la degradación ambiental sobre la salud y calidad de vida de la población. Otros dos puntos que deben ser centrales en las políticas de sustentabilidad de ambos países son:
- Planificación para buscar evitar / disminuir la externalización de los costos ambientales, evitando injustas apropiaciones de recursos ambientales que ambos países consideran, incluso en un nivel constitucional, como bien de uso común del pueblo.
- Formas sencillas de participación ciudadana en proyectos que presenten riesgos / impactos ambientales combinadas con herramientas para una efectiva ponderación de la opinión pública.
El fundamento de la sustentabilidad es justamente una equidad en la distribución, tanto de recursos ambientales como de recursos económicos, donde el Estado - más que los gobiernos – debe desempeñar un rol regulador para corregir las fallas que el mercado presenta. Los Estados de Brasil y Chile aún están más empeñados en buscar inversiones y generar empleos a cualquier costo y en cualquier área, sin atentar para los costos reflejos y para una planificación territorial. En un ejemplo evidente de tal hecho: Chile y Brasil tienen enorme potencial turístico inexplorado, y aún que las estadísticas demuestren un crecimiento en el número de turistas, ello se debe mucho más a otros factores que propiamente incentivos públicos. También políticas de descentralización deben ser buscadas, pues tanto Brasil como Chile tienen una concentración brutal de inversiones en unos pocos lugares [10].
Las condiciones ambientales contribuyen de un modo importante a la calidad de vida de la población ya que su deterioro atenta contra el bienestar y la salud. Pero el deterioro del medio ambiente, y la depredación o agotamiento de los recursos naturales también atentan contra la producción y productividad de la economía brasileña y chilena, y por cierto también depone en contra de la imagen que ambos países proyectan al mundo.
Por ello, una sociedad sustentable – chilena o brasileña – supone equidad en la distribución de los beneficios del desarrollo y también significa solidariedad intra e intergeneracional. Debemos ser capaces de hacer crecer nuestras economías para resolver los problemas de pobreza, respetando todas las diversidades existentes, sean culturales o ecológicas.
Así la idea de desarrollo implica un progreso estable y sólido combinado con equidad social y conservación ambiental. Por lo tanto, Brasil y Chile deben lograr un equilibrio entre la conservación del medio ambiente y las necesidades en constante aumento de vivienda, salud, energía y principalmente educación.
Sustentabilidad implica la capacidad de una sociedad humana de apoyar en su medio ambiente el mejoramiento continuo de la calidad de vida de sus miembros para el largo plazo. Significa sobretodo una transformación en los "modelos mentales", que permitan un cambio de percepción donde se torne más clara la dependencia que el hombre tiene del medio ambiente, por más que el horizonte tecnológico hoy existente empéñese en demostrar el contrario.
El conocido concepto de la Comisión Brundtland definió desarrollo sustentable como "el desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de que las futuras generaciones puedan satisfacer sus propias necesidades". Para un país adquirir el rótulo de sustentable, debe estar cumpliendo con tres objetivos:
- Tener crecimiento económico;
- Tener equidad social;
- Conservar la base de recursos naturales.
Todavía, hay otro elemento importante en cualquier consideración ambientalmente seria. El papel fundamental que juega el Estado para la viabilidad del desarrollo, pues en el Estado reside la responsabilidad de coordinar y unificar fines particulares bajo fines generales, colectivos, y lo hace mediante los poderes político e jurídico, instituidos en un poder soberano, reconocido por todos como el mayor entre los poderes dentro de una precisa delimitación territorial. Allí están presentes los elementos que caracterizan el Estado y que permiten llegar a su concepto: Estado es la orden jurídica soberana, que tiene por fin el bien común de un pueblo situado en determinado territorio. [11] Corolario lógico, pensar el Derecho hoy significa pensar en determinado padrón de orden jurídica – aquella producida por el poder soberano, el Estado [12], que permite obtener el bien común del pueblo, lo que por cierto comprende el Derecho a un medio ambiente sano, ecológicamente equilibrado.
Por ello se puede afirmar tranquilamente que el Estado nunca fue tan necesario. Seguramente con una nueva fijación de objetivos y fuerzas, notablemente en favor de cuestiones sociales, que jurídicamente pueden ser llamados de intereses difusos, olvidados por el paradigma capitalista liberal que, fundado en la necesaria practica de la libertad contractual para conseguir trabajadores, dejara una abertura en el ordenamiento jurídico en lo que dice respecto con las formas de organización social y toda su acción colectiva. Esta brecha necesitó – y aún necesita – de la formulación de un Derecho Social para solidificar la posibilidad de determinadas políticas e intervenciones del Estado en favor de un equilibrio social [13], fundamental para el medio ambiente.
No es suficiente que el Estado sea Estado Democrático del Derecho. Su acción positiva intervencionista debe estar vinculada con las nuevas modalidades de conflictos existentes en su interior. Intereses colectivos, con destaque para las cuestiones del consumidor y del medio ambiente, requieren nuevos instrumentos estatales.
Preconizar un Estado mínimo, reducido a Estado-policía, dotándole apenas de funciones de vigilancia de la orden social y de protección contra amenazas externas significa abalizar la injusticia producida por estado liberal, en que la interferencia estatal es percibida con extrema reserva. El Estado debe utilizar su poder supremo y coercitivo para suavizar, por una intervención decidida, algunas de las consecuencias más penosas de la desigualdad económica. Considerada la importancia de una actuación estatal que enfrente problemas de derechos fundamentales / sociales, las mismas consideraciones pueden ser hechas con referencia al medio ambiente, en cuanto componente indispensable y derecho fundamental en la medida que de él depende la cualidad del bien jurídico mayor, cual sea, la vida humana.
Entre los objetivos fundamentales del Estado brasileño constantes en el Artículo 3º de la Constitución Federal de 1988, el inciso II presenta: desarrollo nacional. Las condiciones para su concretización que existen. Trabajar para que sean efectivas es el objetivo puesto, que solamente restará obtenido si sustentable, observando los preceptos de viabilidad económica, prudencia ecológica y relevancia social [14].
Además de cualquier garantía constitucional al medio ambiente como bien de uso común del pueblo, atentase al hecho de que es deber del Derecho y consecuentemente del Estado, la manutención de la orden social, lo que presupone poner bajo normas el modo de apropiación de los recursos naturales.
José Afonso da SILVA conjuga a los conceptos de bien estar y cualidad de vida la amenaza a la propia supervivencia humana como razones de tutela jurídica / estatal del medio ambiente, aseverando aun que esta tutela debe tratar fundamentalmente de cuestiones tocantes al desarrollo económico.
Como se percibe, el Estado es el actor dotado de legitimidad y capacidad de enfrentamiento de los problemas ambientales. Siendo la cualidad ambiental esencialmente un bien público debe ella ser resguardada por medio de una eficiente intervención normativa y reguladora del Estado, aliada al fomento de la educación y formación de una conciencia ciudadana.
El Estado no puede solamente "decir" el Derecho. Hay que estar dispuesto a transformar la realidad por medio del, como un verdadero instrumento de implementación y garantía de la protección de los derechos fundamentales de las personas. En cuanto al medio ambiente, recuérdese que la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados, firmada en 1974, establece en su Artículo 30:
La protección, la preservación y el mejoramiento del medio ambiente para las generaciones presentes y futuras es responsabilidad de todos los Estados.